Los Pilares de la Tierra

Vieja televisión

La cadena norteamericana Starz lleva tiempo buscando hacerse un hueco entre tanta competencia y, poco a poco, parece haber encontrado sus propias señas de identidad. Pero tener como oponentes a HBO, Showtime o AMC no debe ser plato de buen gusto. Su mayor éxito hasta la fecha es la sanguinolenta Spartacus: Blood and Sand, aunque yo prefiero la modesta pero ingeniosa Party Down. Recientemente, se apuntaron un tanto al conseguir los derechos para la adaptación del best-seller de Ken Follet Los Pilares de la Tierra, un folletín medieval que nunca he podido acabar por más veranos que lo haya intentado. Y claro el modelo a seguir estaría muy cerca de su serie gladiadora. Lógicamente es su mayor orgullo.

El problema es que el “modelo a seguir” es más antiguo que el chachachá: romances imposibles, heroísmo de catálogo y vileza de cuento. Los protagonistas se dividen entre buenos, que de tan buenos son meros títeres, y los malos que de tan malos son caricaturas ridículas que sólo provocan la risa. Mientras los héroes son mártires de rostro bello y dulzón, los villanos son una panda de feos crueles, de rostros marcados, sodomitas, incestuosos y por si nos quedaba alguna duda, de vez en cuando, ponen cara de malotes. Y lo peor de todo, es que no estamos ante una parodia tipo True Blood sino ante uno de sus primeros intentos por crear una miniserie de calidad. Para espectadores últimamente acostumbrados al deslumbrante despliegue de personajes y tramas que ofrece la mayor parte de la televisión actual -me refiero, obviamente, a la ficción- esto sólo puede calificarse como un paso en falso. Se puede ir a contracorriente pero no hacia atrás.


Es cierto que la novela de Follet era terreno abonado para el descalabro, pero otras series han demostrado que las adaptaciones no tienen porque respetar el punto de vista del material original y, mucho menos, reducirlo a un juego simplón y maniqueísta sólo apto para niños de primaria, con todos mis respetos hacia ellos. Que tras la serie anden los hermanos Scott -Ridley y Tony- hace tiempo que dejó de ser una garantía de calidad -véase el último Robin Hood-, más allá del despliegue de medios técnicos, reconstrucción fastuosa de la época, varios planos de acción en ralentí -marca de la casa- y un aspersor de sangre sintética en cada pecho de “extra sacrificable”.

Da un poco de pena ver a actores por los que uno siente afecto metidos en este fregado. Lamentable ver a Ian McShane -inolvidable Al Swearengen en Deadwood- lidiar con un antagonista de opereta como el obispo Waleran. Qué la talentosa, y muy hermosa, Hayley Atwell -vista en Cassandra’s Dream de Woody Allen- se desperdicie en un personaje tan plano y de manual no tiene perdón. El único que se salva, y hace milagros con el escaso material que maneja, es el británico Rufus Sewell que parece haber encontrado aquí un protagonista a su medida, a pesar del caos general. Una lástima tanto desperdicio. Cada episodio ha sido una pequeña torturilla -pequeña, tampoco vayamos a exagerar- que terminó el viernes pasado con un doble capítulo. Espero que el próximo encargo que me hagáis desde el blog no insulte tanto la inteligencia del espectador como estos indigestos Pilares. Queda dicho.
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3 Respuestas para Los Pilares de la Tierra

  1. Ok, Víctor. Queda recogida la petición y siento la indigestión.

  2. Honey_senpai dice:

    Qué bueno que leí esta crítica: me ahorro 756347 horas de descarga. Y de paso prolongo algo de la vida útil de mis ojos, ya que al no conseguir la novela aquí (vale una pequeña fortuna, más gastos de envío, y no sé qué tal la traducción) había empezado a leerla en versión PDF… abandoné alrededor de la página 300. Ahora, ni me molesto.Gracias y besos.

  3. De nada, para eso estamos. Ahórrate el esfuerzo. La novela es un ladrillo pero va muy bien para calzar muebles que cojean.un abrazo