Rebobinado | Cantando bajo la lluvia (1952)

El pasado jueves se cumplían 100 años del nacimiento de Gene Kelly. Y qué mejor que una efeméride para recordar su obra maestra: Cantando bajo la lluvia.
En realidad, cualquier momento es oportuno para revisitar el título clave del cine musical norteamericano.
Como tal, es la perfecta Biblia del optimismo y un espectáculo lleno de dinamismo y color, atribuido de ese misterio que encierran las películas redondas e inmarchitables, a las que se acude con una sonrisa y de las que se sale sin rastro de decepción.
El estatus de Cantando bajo la lluvia se ganó como suelen ganar los mejores: con el tiempo y las revisiones. En su momento, fue un título taquillero y apreciado, pero no conoció el aplauso que se le daría posteriormente.
En cualquier caso, cuesta creer que, con una formulación tan brillante, esta película pasara relativamente desapercibida entre los comentaristas de 1952.

Si como estandarte de su género, Cantando bajo la lluvia ha sido el modelo a seguir, una de sus rarezas reside en la dimensión histórica por la que optó el argumento. Cantando bajo la lluviainvestigó en la Historia del Cine y, como anomalía en los productos Metro Goldwyn Mayer, decidió ambientarse en una época entonces reciente. Eso sí, como musical y comedia, su acercamiento fue ligero y romántico, con el cristal de la ironía como motor subtextual.

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“El estatus de Cantando bajo la lluvia se ganó como suelen ganar los mejores: con el tiempo y las revisiones. En su momento, fue un título taquillero y apreciado, pero no conoció el aplauso que se le daría posteriormente.“

 

La sonrisa de Gene Kelly se impone, como el sello de la película y como la faz de ese infalible entertainer de los viejos tiempos.“ 

 

“En Cantando bajo la lluvia, se defiende el entretenimiento, la comedia, la necesidad de hacernos reír.“ 

 

 

La historia de Cantando bajo la lluvia se desarrolla en el advenimiento del cine sonoro a finales de los años veinte. Fue una era especialmente traumática para Hollywood en particular, por cuanto supuso un cambio de juego integral, y para el mundo en general, tras el derrumbe de Wall Street en 1929.

Cantando bajo la lluvia honra el milagro de su propio género, buscando su nacimiento. Porque cuando llegó el sonido, llegó el musical. Y éste se convertiría en la más infalible distracción para los tiempos difíciles.

Para entender el rumbo argumental de Cantando bajo la lluvia, habría que acudir a la figura de su productor: Arthur Freed.
Freed había nacido para la causa precisamente en esos años de transición y crisis, como compositor de canciones para musicales y melodramas.
Con posterioridad, Freed pasaría a ser productor genuino de la Metro Goldwyn Mayer, a la que consagró como el hogar del musical en la década de los cuarenta.
Freed fue quien promovió a Vincente Minnelli, Charles Walters, George Sidney y al tándem que hoy nos ocupa: Stanley Donen y Gene Kelly. Es decir, los directores esenciales del musical durante más de veinte años.
En Cantando bajo la lluvia, la mayoría de las canciones son composiciones de Arthur Freed, que ya habían sido escuchadas en varios títulos de la Depresión.

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Cantando bajo la lluvia, entre la parodia y la compasión, ilustra la gloria y declive de dos divos del cine mudo.
Don Lockwood (Gene Kelly) y Lina Lamont (Jean Hagen) aparecen como la pareja más celebrada de Hollywood, preclaro ejemplo del star-system misterioso y mentiroso.
“Dignidad, siempre dignidad”, asegura Don en su narración falsa sobre su carrera, mientras las imágenes de la historia verdadera de la dura y nada glamourosa ascensión al estrellato se imponen sobre su relato.
Lo que Hollywood esconde y lo que muestra se escenificará en ese conflicto que supone la llegada del sonoro. Se le reta a hablar, a contar una verdad. ¿Es realmente tan divino?
Lina Lamont, no. Es una niña mimada y tonta, con voz de pito, que funciona como una caricatura de Norma Talmadge, la estrella del cine silente que se mostró incapaz de cambiar y fue rápidamente olvidada.
Las fórmulas mudas decaen de un día para otro y el fantasma de la ruina se cierne sobre la vida y la carrera de Don Lockwood.
Pero ahí está Kathy Selden (Debbie Reynolds), la voz, el mañana, el amor, la esperanza para Don.
Éste no sucumbirá a la desesperación. Preferirá cantar bajo la lluvia y seguir adelante.

singin-in-rain-1952-gene-debbie-donald-300x204En Cantando bajo la lluvia, se defiende el entretenimiento, la comedia, la necesidad de hacernos reír.
Don tiene una crisis ante su imagen cinematográfica, porque no está claro si es un buen actor dramático o sólo una estrella con aditivos.
Cantando bajo la lluvia termina por concluir que no importa. Lo decisivo es hacer feliz al público; conseguirlo es donde se demuestra el talento.

 

En el número Make ‘em laugh, Donald O’Connor insiste en la idea del entretenimiento puro, mientras protagoniza los más básicos mamporros de la comedia slapstick.
Nuestras risas al respecto son la prueba de que siguen funcionando.
El guión de Cantando bajo la lluvia concurre en dos tipos de humor, combinando las líneas más sofisticadas con el puro tartazo.
Como es una obra maestra de la combinación, esa mezcla también funciona.

Y, ante todo, Cantando bajo la lluvia es la asociación entre Donen y Kelly.

La puesta en escena de Stanley Donen, encargado de la parte no musical, es suficientemente dinámica para que se engarce en armonía con los números diseñados y regidos por Gene Kelly.
Si en Un día en Nueva York saltaba a la calle con la necesidad de la revolución, Kelly se queda en casa en esta ocasión y explota al máximo las posibilidades del decorado Metro.
Los números se desarrollan a lo largo, ancho y través de los variopintos escenarios, desde lossets de la Monumental Pictures hasta la casa de Don Lockwood, pasando por las calles empapadas por la lluvia.
La proverbial imaginación escénica y coreográfica de Kelly aparece en todo momento.

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Cantando bajo la lluvia encuentra su clímax en un grandioso número musical, aislado del argumento principal, pero refrendador de la tesis optimista de la película.
En Broadway melody, Gene Kelly interpreta a un talentoso chico que llega a la Gran Manzana y se enamora de la menos indicada: una Cyd Charisse que irrumpe cual Lulú y corta el aliento a propios y extraños.
Pasa el tiempo y nuestro bailarín triunfa, pero el heartbreak siempre quedará.
Al final, ante la tristeza de lo irremediable, sólo queda bailar. Got to dance, got to dance, got to dance!

La sonrisa de Gene Kelly se impone, como el sello de la película y como la faz de ese infalible entertainer de los viejos tiempos.
Cantando bajo la lluvia expresa el talento de Kelly a la perfección, tanto para llenar de alegría a su público como para hacer suya la sinfonía hollywoodiense.
Variarla desde los mismos ingredientes y hacerla parecer distinta, más magistral, sin mayor secreto que la genialidad.

Josito Montez es autor del blog Imitación a la vida.