RESEÑA TV| The Killing. Temporada 3

Tras ser cancelada debido a la irregular acogida que las dos primeras temporadas tuvieron entre el público general, AMC ha decidido resucitar The Killing durante, al menos, una temporada más –esta vez autoconclusiva-. Y esta es sin duda una magnífica noticia, ya que sería toda una pena que la continuación de las aventuras de Sarah Linden y Stephen Holder se quedara para siempre en el limbo.

 

A pesar del descontento parcial de los productores con el resultado de las anteriores entregas de la serie, Veena Sud sigue al cargo del proyecto durante la tercera temporada. Así, esta adaptación de la serie danesa Forbrydelsen, lejos de alejarse de la senda marcada por sus anteriores episodios, profundiza aún más en las virtudes que ya poseía mientras trata de pulir los errores que casi la llevaron a la desaparición. El cambio más evidente –impuesto por la cadena- es sin duda la decisión de que el nuevo caso al que se enfrentan los protagonistas quede resuelto en 12 episodios, y es que la idea de dividir la investigación en dos temporadas fue algo que no agradó a todos los espectadores.

 

En esta nueva temporada, Stephen Holder (Joel Kinnaman) deberá resolver el misterio alrededor de un asesinato que presenta el modus operandi de un homicida detenido hace años por su –ahora antigua– compañera Sarah Linden (Mireille Enos). Lo cual no tiene una fácil explicación, dado que este supuesto culpable se encuentra en la cárcel, listo para ser ejecutado. Por supuesto, el pasado de Sarah –así como su innata obsesión por la justicia– la obligarán a unirse a la investigación, sin importar que oficialmente no forme parte del cuerpo encargado del caso.

 

La ciudad de Seattle nunca había parecido tan gris. Y esto puede antojarse imposible, pero ahora los candidatos a la alcaldía son sustituidos por entornos de prostitución, y los casinos indios por casas de acogida. Así, la serie se deshace de las pocas localizaciones que aportaban algo de color al conjunto, y esa atmósfera decadente, seña de identidad de esta ficción, consigue una vez más adueñarse de la pantalla para sumir al espectador en el mar de tristeza y depresión que los creadores pretenden reflejar. Y es que si bien todos los personajes de la serie no son necesariamente infelices, las sonrisas están racionadas, y poco lugar queda para las alegrías en los bajos fondos que nuestros protagonistas deberán investigar.

 

Mireille Enos (Big Love) sigue dando la talla como la meditabunda y concienzuda Sarah Linden, un papel para el que casi da la sensación de haber nacido. Por otra parte, el personaje de Stephen (Joel Kinnaman) mantiene intacto ese encanto barriobajero que, según el momento, oscila con maestría entre la seriedad y la ironía; la superficialidad y la trascendencia.

 

Dentro de las necesarias incorporaciones –la familia de Rosie Larsen y el conjunto de políticos estarían fuera de lugar en esta nueva temporada– destaca Bullet (Bex Taylor-Klaus), una joven hombruna sin hogar con bastante carácter y muy pocos pelos en la lengua. También se unen al reparto Peter Sarsgaard (Boys Don’t Cry) como el condenado a muerte Ray Seward y, por el momento y a modo de curiosidad, Jewel Staite (Firefly), interpretando a la nueva novia de Stephen, cuya primera intervención ya será un guiño a la serie de Joss Whedon.

 

The Killing cumple con creces con lo esperado. Y es que tras visionar los dos primeros episodios, no se puede negar que la fórmula original no ha perdido ni un ápice de su frescura. Si el inicio de la serie te enamoró, no hay manera en la que esta continuación te pueda decepcionar. Todos los ingredientes se repiten: un misterio que te mantiene pegado a la pantalla, un ambiente sobrio y decadente, y un desarrollo de personajes que, una vez más, promete ser memorable. Esperemos que así sea y que los siguientes capítulos no se retrasen demasiado ya que, de nuevo, los cliffhangers no perdonan. 8/10.

 

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