Tag Archives: cine inedito

Nowhere Boy

La adolescencia de un mito


El género biopic no es uno de mis fuertes, más aún cuando se trata de ídolos musicales con los que tengo escasa vinculación afectiva. No tengo una canción favorita de Los Beatles, y conozco poco la discografía de John Lennon en solitario (aunque el tema Imagine siempre toca mi fibra sensible). Por tanto, mi interés en esta película es puramente fílmico, ya que supone el debut de una reconocida artista audiovisual en el cine narrativo: Sam Taylor-Wood. Suyas son la famosa grabación de David Beckham durmiendo o la serie de fotografías Crying Men, en la que un puñado de hombres, actores ilustres, como Paul Newman, Benicio Del Toro o Willem Dafoe lloran sinceramente frente al objetivo de esta, como digo, nueva realizadora.

127 Horas

RESEÑA CINE

Prueba de vida

Imagina que eres productor de cine y llega un director que te propone hacer una película sobre un tipo que se ha quedado atrapado, sin poder apenas moverse, en el interior de un cañón de Canyonlands (Utah) durante 127 horas. Un solo actor, un espacio reducido y escasa acción (más allá de los intentos frustrados del personaje por liberarse). Pensarías, sin dudarlo, que el director quiere suicidarse profesionalmente aunque agradecerías lo económico de la propuesta. Pero si ese autor es nada menos que Danny Boyle, reciente ganador del Oscar por Slumdog Millionaire (2008), conocido por su audacia e inclasificable trayectoria artística, la idea empieza a estimularte. ¿De qué no será capaz Boyle? Sueños yonkis, zombis hambrientos o las andanzas de los niños de la calle de Bombay, su osadía y capacidad para el riesgo están fuera de toda duda. Así, el duro lance vivido por el alpinista Aron Ralston, contado por él mismo en el libro Between a Rock and a Hard Place, era un material no poco tentador para un cineasta de sus características.
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Valor de ley



Clasicismo americano

Ir al cine en familia tiene para mí aspectos tanto positivos como negativos. Obviamente requiere de mí mayor concentración y transigencia pero el disfrute, cuando sucede en compañía, se amplifica de forma considerable. Sensación que creo compartimos todo el grupo el pasado domingo durante la proyección de True Grit. Eramos como niños en una Matinee que aplaudían la llegada del héroe para salvar a la chica, que reían ante su bravura y se emocionaban con su valentía. Tal experiencia me pilló por sorpresa, pues andaba unos años algo escéptico con el cine nihilista de estos dos hermanos Coen. Así que decidí volver a verla siguiendo mi propio ritual que consiste en ir solo al cine y comprobar -de esa forma- si el goce no había sido fruto en realidad de una armonía colectiva y festiva. El resultado: un nuevo acto de concupiscencia cinéfila por mi parte y, aunque eché en falta a mis compañeros en deleite, la sala respiraba ese ambiente de diversión primaria y sin complejos.

The Fighter


No es una carga, es mi hermano

El clásico tema He Ain’t Heavy, He’s My Brother de los Hollies resonaba en mi cabeza durante toda la proyección. Una sintonía inevitable ante la historia de altibajos y lealtades fraternales que nos relata el director David O’Russell. Dos protagonistas reales, los hermanos boxeadores Dicky Eklund y Micky Ward, que tuvieron sendos periodos de gloria en décadas distintas. De hecho, el film comienza a mediados de los noventa, momento en que Dicky ejercía ya de entrenador de su hermano Micky. En esa época la HBO andaba muy interesada en la figura de Eklund, no precisamente por sus triunfos sobre la lona sino más bien por su adicción al crack. Algo que retrató la cadena en el documental High on Crack Street: Lost Lives in Lowell que narraba los avatares de tres adictos (entre ellos Dicky) y sus devastadoras consecuencias. Precisamente este film y su rodaje sirve como recurso dramático (y estilísitico) para acercarnos al entorno familiar Eklund y sus complicadas relaciones.
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