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LINKS| Especial Sundance 2013

Rooney Mara y Casey Affleck en Ain’t Them Bodies Saints

 

En el ecuador del Festival de Sundance 2013, cuando sólo lleva 5 días de exhibiciones, ya se han proyectado algunas de las películas más interesantes para la nueva temporada de cine independiente norteamericano. Así, prestamos hoy atención, en nuestra sección habitual de enlaces, a los films que más han destacado durante estas primeras jornadas del certamen.

 

Uno de los títulos que mayores elogios ha recibido es Ain’t Them Bodies Saints, cuarto largometraje del director David Lowery protagonizado por Casey Affleck, Rooney Mara, Ben Foster y Nate Parker (El fraude). Vagamente ambientada en Tejas durante los años 70, la película sigue las andanzas de dos forajidos -marido y mujer- muy al estilo Bonnie & Clyde.  Eric Khon de Indiewire la puntúa con un 10 y argumenta: “Tan maravillosamente rodada como interpretada por sus dos protagonistas, Ain’t Them Bodies Saints canaliza las expectativas del género en pura poesía”. Por su estilo, a Lowrey le han llovido las comparaciones con el cineasta Terrence Malick (El árbol de la vida). En este sentido, Todd McCarthy del Hollywood Reporter comenta: “Servirá decisivamente para poner al director-guionista David Lowery en el mapa como uno de los jóvenes abanderados de las escuelas de cine impresionista, bañadas por el estado de ánimo de Malick y Altman”.

 

Entre las cintas más esperadas del certamen estaba Before Midnight de Richard Linklater, cierre de la trilogía que comenzara con Antes del amanecer (1995) y siguiera con Antes del atardecer (2004). El seguimiento a una atípica pareja de enamorados, Jesse (Ethan Hawke) y Celine (Julie Delpy), cuya relación viene marcada por una serie de encuentros esporádicos a lo largo de casi dos décadas y siempre con la vieja Europa como trasfondo. Esta vez la cita es en Grecia. Para Justin Chang de Variety el final de esta trilogia es “exquisito, melancólico, hilarante y catártico”. Eric Khon de Indiewire no se queda corto y escribe: “Con Before Midnight, Richard Linklater ha completado una de las mejores trilogías cinematográficas de todos los tiempos”. Tim Grierson de Screen International apunta, sin embargo, que “esta muy honesta y divertida película carece del exuberante espíritu romántico de las dos primeras, aunque para el director Richard Linklater y sus estrellas Julie Delpy y Ethan Hawke, ese es precisamente el objetivo”.

 

Ben Foster, Daniel Radcliffe, Dane DeHaan y Jack Huston en Kill Your Darlings

 

Sin duda, Kill Your Darlings, el biopic sobre los años universitarios de la Generación Beat con ínfulas de drama criminal que ha dirigido el debutante John Krokidas, es uno de los films que mayor atención mediática ha recibido, tanto por su inspirado reparto (Daniel Radcliffe, Ben Foster, Jack Huston, Dane DeHaan, Elizabeth Olsen y Michael C. Hall) como por lo sugerente del argumento: la historia de un asesinato real, cometido por Lucien Karr (DeHaan), compañero de cuarto del poeta Allen Ginsberg (Radcliffe) y miembro, como William Burroughs (Foster) y Jack Kerouac (Huston), del ilustre grupo que definió la llamada Generación Beat de escritores. Para Damon Wise de The Guardian la cinta “podría ser descrita como un laberinto moral e intelectual, una historia perfectamente de su tiempo y que todavía resuena hoy”. Rodrigo Pérez de The Playlist la describe de forma distinta: “Bien rodada y elaborada, Kill Your Darlings es un esfuerzo muy competentemente construido en su totalidad, pero existe un vacío y familiaridad en su núcleo que no consigue trascender”. Ha sorprendido mucho la interpretación de Daniel Radcliffe como Allen Ginsberg aunque, como señala Matt Paches de Hollywood.com, “si la interpretación de Radcliffe pone a los escépticos a descansar, DeHaan (Dane) demuestra ser uno los mayores jóvenes talentos de Hollywood”. El Hollywood Reporter, en su vídeo-diario de cada jornada, nos deja varias entrevistas y algunas son muy curiosas, como ésta a John Krokidas y sus “boys”, como él los define.

 

Tras el salto, la acogida del Festival a Stoker de Park Chan-wook y la obsesión de James Franco por el porno gay.

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I’m still here

RESEÑA CINE

El ocaso de una estrella

En un blog dedicado a la ficción no le hemos dado cabida -hasta la fecha- a ningún documental, ese género cinematográfico conocido como “no ficción”. Tampoco lo vamos a hacer esta vez porque I’m still here, primera película del actor Casey Affleck, está muy lejos de ese concepto, aunque su idea primordial es que nosotros creamos que sí es un fragmento de realidad. No es que uno sea especialmente sagaz, sino que sus autores -el propio Affleck y el objeto de estudio, el actor Joaquin Phoenix- ya han reconocido que todo esto no es más que una farsa, llamémosla “puesta en escena”, sobre dos años de la vida del intérprete de Gladiator en los que asumió el complicado rol de encarnar una versión extrema y bizarra de sí mismo. De forma pública y para desconcierto de sus fans, Phoenix decidía cambiar el rumbo de su carrera con un suicidio profesional que consistía en abandonar una prometedora trayectoria en el cine -con dos candidaturas al Oscar- por la grabación de un disco de hip hop y el consecuente -aunque improbable- ascenso al estrellato musical.

Las sospechas de fake planearon sobre el proyecto desde el principio. La arrebatada decisión de Joaquin -que nunca había sido amigo de las convenciones- era un tema, pero que su cuñado se dedicara a grabar todos sus movimientos con la intención de realizar un documental pusieron en alerta a la suspicaz comunidad de Hollywood que, como muestra el film, se olía la artimaña de sus enfants terribles: fingir el descenso a los infiernos de una estrella de cine con el propósito de realizar una art movie con la que mantener su prestigio -por llamarlo de alguna manera- como figuras inconformistas y subversivas de la industria del entretenimiento, amén de tomarle el pelo -merecidamente- a más de un miembro endiosado de esta comunidad. Uno puede hasta imaginarse a esta pareja perpetrando la idea y avanzando las consecuencias mediáticas que tendría, frotándose las manos por lo brillante de su propuesta y porque a nadie se le hubiese ocurrido antes. Sólo así se explica que Joaquin Phoenix haya dedicado dos años de su vida a esta película. Pero vistos los resultados ha sido una maniobra sumamente estéril.

Es obvio que Bowling for Columbine (2002) de Michael Moore supuso un antes y un después en los planteamientos narrativos de la no ficción. El individuo que ponía en jaque el injusto orden de las cosas, al tiempo que se erigía en verdadero protagonista del relato e instigador directo de lo que sucedía frente a la cámara, sentó las bases de una nueva forma de realidad fílmica. Este mismo lenguaje lo utilizaría poco después el cómico Sacha Baron Cohen -primero con Borat (2006), más tarde Brüno (2009)- con fines más hilarantes pero igual de revulsivos y aportando la noción de personaje inventado en el que se reflejaba una sociedad adulterada. En estos términos se mueve I’m still here, si bien aquí el protagonista parte de una personalidad real -la de Joaquin Phoenix- para convertirse en un desequilibrado y repulsivo alter ego. Pero todo lo que en las otras era sátira y denuncia aquí queda reducido a un ejercicio masturbatorio de primer orden.

No se trata de ninguna crítica al artificioso mundo que envuelve al negocio del espectáculo porque se obstina en mantenerse en él -sólo cambia de chaqueta por una que le sienta mal (el hip hop)-. De hecho, nadie de este entorno sale mal parado a excepción del propio Phoenix que aparece en todo tipo de situaciones incómodas, obscenas y, sobre todo, escatológicas. Hay un denodado empeño porque todo alrededor del actor resulte patético, sacrificando la posible empatía del espectador y la veracidad de lo que cuenta. Todo está pintado con brocha gorda y su concepto de la sutileza pasa por afectadas y huecas licencias poéticas como la absurda parrafada que le suelta el actor Edward James Olmos en su visita o los planos finales en una selva de Panamá.



Por si se lo preguntaban, tampoco funciona como retrato de artista torturado o individuo perdido en el caos. Se limitan a acumular escenas grotescas y a introducir elementos trillados de la ficción más convencional: traiciones, engaños… No me parecen de recibo este tipo de experimentos cinematográficos, pero ese nivel de entrega por parte de un intérprete debía haber sido mejor aprovechado. La película parece una broma pesada estirada hasta lo indecible. Para muchos será la mejor actuación de Joaquin Phoenix -más que nada por su nivel de implicación-; yo lo prefiero en Two Lovers (2008), su último -hasta la fecha- estimable film, cuyo personaje compartía con éste fragilidades y, sin embargo, emocionaba.

Título original: I‘m still here. Dirección: Casey Affleck. Guión: Casey Affleck y Joaquin Phoenix. Fotografía: Magdalena Górka. Año: 2010. Nacionalidad: EEUU. Duración: 108 minutos. Intérpretes: Joaquin Phoenix, Antony Langdon, Sean”P.Diddy”Combs, Casey Affleck y Ben Stiller. Valoración: 3/10.

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El demonio bajo la piel

En Glasgow tengo dos gurús culturales de primer orden. Uno, musical: Anthony, mi pareja. Lo sabe todo de clubes, conciertos y lugares donde encontrar el estimado vinilo perdido entre mudanza y mudanza. El otro, cinematográfico, mi cuñada Cathy (luv ya Cat). Toda una autoridad cinéfila que estará encantada de que la haya citado aunque no entienda una palabra de español.

 

Pues bien, algunas tardes libres (de trabajo y compromisos) vamos juntas al cine. Casi siempre elige ella. Tiene ojo avizor para los títulos interesantes. Y no hace mucho fuimos a ver la nueva película de Michael Winterbottom, uno de sus directores favoritos. Me contaba que todas sus películas son distintas. Como obras de autores diversos pero con un mismo sentido del drama. Y así fue como acabé viendo The Killer inside me.

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