Archivos Mensuales: noviembre 2010

Harry Potter y las reliquias de la muerte (1ª Parte)

El Señor de las Reliquias : Las Dos Varitas


Antes que nada debo decir que no soy fan de Harry Potter. No he leído ninguno de los libros de la saga del mago gafotas y cicatriz eléctrica ideado por J.K.Rowling allá por 1995. Asistí al pase de los dos primeros films que adaptaban a su vez las dos primeras novelas de las aventuras del joven hechicero y que sin ser nada del otro mundo, me resultaron al menos mínimamente entretenidos. La ambientación era buena, conseguían recrear, salvando las distancias, una atmósfera onírica cercana a mis recuerdos idealizados de películas infantiles como Dentro del Laberinto o Cristal Oscuro; sobre todo, esta sensación era bastante acusada en el caso de la primera cinta. Supongo que la novedad hace mucho porque después de aquel primer acercamiento a varitas, hechizos y pociones, la segunda adaptación de la saga a la gran pantalla, Harry Potter y la Cámara Secreta, me pareció un film más insulso que parecía perder gran parte del encanto conseguido en Harry Potter y la Piedra Filosofal. Por ello, hasta este Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (1ª Parte), no había encontrado razón alguna para retomar la serie de películas.

Pero el deber sagrado que los integrantes de CUADERNOS tenemos para con el blog es fuerza poderosa y uno debe aprender a acudir a la llamada cuando ésta se presenta; al fin y al cabo, si Víctor afronta sus temores con Skyline, yo puedo enfrentarme a este Harry Potter. Además, últimamente hemos reseñado cosas como Scott Pilgrim contra el mundo o Los ojos de Julia. Son propuestas difíciles de superar negativamente. Por otro lado, es de agradecer que la conclusión de este cuento se sienta más oscura y adulta, se trata de un film que ha parecido tener en cuenta que su audiencia ha ido madurando con cada secuela y que se acerca ya a la mayoría de edad. Supone también la última fracción del camino que el joven mago debe recorrer antes de que se produzca la batalla final contra su inefable enemigo, una suerte de preludio antes del desenlace que llegará el 15 de julio del año próximo, cuando se estrene la 2ª parte de esta cinta.

El principal problema de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (1ª parte), no es que sea una copia descarada  y venida a menos de El señor de los Anillos; léase, enemigo cuasi indestructible que pone parte de su energía vital/poder en anillos/reliquias siendo imposible de abatir si no se da cuenta de estos ítems primero, donde, para colmo, las reliquias (al menos la que se observa en esta película) ocasionan ataques de ira y generan malestar en su portador. No, ése es un problema de J.K.Rowling con los herederos de Tolkien. El principal inconveniente del film, es que el conjunto del mismo se percibe como dos horas y media de innecesario relleno, da la sensación de que el guionista (y si David Yates ha adaptado fielmente el libro, entonces también J.K.Rowling) se ha aferrado a dos ideas básicas, y luego ha extendido el nudo hasta el hastío. Hay buenos momentos en el film, incluso alguno divertido, pero en general, el trío protagonista se dedica a montar campamento y a contar los minutos restantes hasta la siguiente película.



No ayuda tampoco que ahora que el objetivo se cierra con mayor precisión sobre su protagonista, el actor que lo interpreta tenga siempre la misma cara de palo. No sé muy bien si es que Daniel Radcliffe no sabe actuar o es que ha pasado ya página y le importa muy poco el resultado de su trabajo en esta etapa  final de la saga que lo dio a conocer. Probablemente se trate de un poco de ambas pero lo cierto es que son factores que se dejan notar sensiblemente sobre la narración y la entorpecen, sacando al espectador del relato. Por suerte, el simplón de Harry cuenta siempre con sus amigos Ron y Hermione, ambos interpretados por actores con una capacidad y registros muy superiores a los de Radcliffe. En concreto, es Emma Watson la que impide que este barco se hunda del todo y consigue en más de una ocasión ayudarnos a mantener el interés sobre la cinta. Concluyen el reparto unos secundarios de lujo, liderados por un carismático Bill Nighy cuya presencia es siempre de agradecer. Y por supuesto Ralph Fiennes en el papel de aquel cuyo nombre no debe mencionarse.

Lo mejor:

- La fotografía es bastante buena y los efectos especiales están muy cuidados.
- Los veteranos actores y actrices de reparto que apoyan al trío protagonista.
- Tiene un par de escenas de acción bien coreografiadas y entretenidas.

Lo peor:

-Es una película para fans, no existen antecedentes ni pistas que pongan en situación al no iniciado.
-La trama no avanza, prácticamente no ocurre nada de interés real en todo el film.


Título original: Harry Potter and the Deathly Hallows: Part I. Dirección: David Yates. Guión: Steve Kloves basada en la novela de J.K. Rowling. Fotografía: Eduardo Serra. Año: 2010. Nacionalidad: Gran Bretaña. Intérpretes: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Helena Bonham Carter, John Hurt, Bill Nighy, Ralph Fiennes, Rhys Ifans, Jason Isaacs y Julie Walters. Valoración: 4/10.

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Poesía

Lírica despedida


Como comentaba no hace mucho mi compañero Víctor Luján -en su reseña para The Housemaid- la cinematografía surcoreana ha adquirido últimamente notable presencia en todos los festivales de prestigio. Poesía, la cinta que nos ocupa, consiguió en Cannes el premio al mejor guión y bien hubiera podido llevarse el de mejor actriz de no ser por la inmensa Juliette Binoche de Copia certificada. Pero en esto de los premios uno no sabe muy bien cual es la medida de las cosas, sobre todo cuando hablamos de niveles artísticos tan altos. Yoon Jeong-hee, la veterana protagonista, tuvo sus momentos de gloria en las décadas de los 60 y 70 protagonizando a heroínas en melodramas autóctonos muy populares. Pero llevaba apartada del cine desde 1994 y su retorno no ha podido ser más afortunado. Mija, el personaje que interpreta con admirable entrega esta venerable actriz es de esos que te llegan al corazón desde el inicio y en su compañía vives, en primera persona, todas las penas que la afligen y también los pequeños triunfos.


Mija es una mujer coreana de 66 años que todavía ejerce de criada y cuida de su nieto, un adolescente que vive con ella pues su hija está divorciada y trabaja lejos. Anda algo preocupada porque últimamente se le olvidan palabras y decide apuntarse a un curso de poesía con la esperanza seguramente de reencontrarse con ellas. Pero no se presten a engaño, ésta no es una película bucólica. En realidad, a la pobre Mija le han diagnosticado la enfermedad de Alzheimer y para colmo de todos los males su nieto es acusado, junto a cinco chicos más, de participar en repetidas violaciones a una menor que han dado como resultado el dramático suicidio de la joven. Pues sí, las licencias poéticas de la anciana son una respiración hasta para el espectador. Mija tendrá que conseguir 5 millones de wons (moneda surcoreana) para indemnizar a la familia de la niña o el pequeño a su cuidado acabará en manos de la justicia.

 

Como pueden comprobar Poesía es todo un melodrama de altura, género clásico que el cine surcoreano está recuperando en todo su esplendor. Deslumbra la capacidad de Lee Chang-dong -su director- para narrar con extrema naturalidad asuntos de intensa gravedad que en manos de otro habrían caído en excesos sin medida -véase Madre (2009) de su compatriota Bong Joon-ho-. El film tiene un particular concepto del costumbrismo, llevado en algunos momentos hasta las últimas consecuencias -lo que produce una cierta morosidad en el relato-, pero que consigue que todo fluya con la mayor pureza y quedes asombrado por la trascendencia de lo que te está contando. La frágil anciana y su dificultad para escribir poesía -el menor de sus males- que ella convierte en una meta liberadora, en una forma de lírica despedida.


Título original: Shi. Dirección y guión: Lee Chang-dong. Fotografía: Kym Hyunseok. Año: 2010. Nacionalidad: Corea del Sur. Duración: 139 minutos. Intérpretes: Yoon Jeong-hee, Ahn Nae-sang, Lee Da-wit y Kim Hira. Valoración: 9/10.

Chloe

ESTRENOS

Su nombre es “fatalidad”

Son curiosas las vueltas que da la vida, y en el arte todavía lo son más. Atom Egoyan, vivió a mediados de los años 90, una época de enorme prestigio como cineasta de la desolación por excelencia. Títulos como El dulce porvenir (1997), El viaje de Felicia (1999) o Exótica (1995) eran venerados por los más selectos grupos de cinéfilos fascinados por la elegancia y la sutileza de las imágenes de este autor canadiense. A mí siempre me parecieron propuestas algo frías y distantes pero, paradójicamente, sus films siempre destilaban un sofisticado erotismo de carácter existencial. Tras una serie de tropezones con la crítica -que habían casi borrado su nombre del panorama- ha sido Hollywood quien ha acudido a su rescate. Y lo ha hecho, precisamente, con un thriller cargado de sensualidad.

Catherine (Julianne Moore) es una ginecóloga de éxito, casada con un profesor universitario (Liam Neeson) y madre de un hijo postadolescente. Conforman una familia estable y acomodada. Pero Catherine está pasando por un momento complicado de su vida, lleno de inseguridades personales cuyo mayor detonante son las fundadas sospechas que tiene sobre la infidelidades de su marido David. Un buen día conoce a una joven prostituta, Chloe (Amanda Seyfried) y decide contratar sus servicios para tentar a David y despejar sus dudas al respecto. Así, Chloe le irá relatando los distintos encuentros que mantiene con su esposo, lo que inesperadamente excitará sobremanera a Catherine. Ambas comenzarán una relación lésbica, pero las intenciones de Chloe van más allá de satisfacer a su clienta.


El film es, en realidad, un remake de la película francesa Nathalie X (2004) de la directora gala Anne Fontaine, protagonizada en su momento por Fanny Ardant, Gérard Depardieu y Emmanuel Béart. En aquella cinta las protagonistas se negaron a evidenciar la relación homoerótica que deseaba su autora. Así para esta nueva versión la propia Fontaine apostó por Egoyan que, con toda certeza, respetaría su idea original. Y la verdad es que Chloe funciona más en los terrenos de la sensualidad que del thriller cuyo desarrollo es bastante irregular e impreciso. Como era de esperar el canadiense se desenvuelve mejor en terrenos psicológicos y trascendentales consiguiendo sus momentos más álgidos en el cínico retrato de la familia burguesa y sus pequeñas hipocresías. El personaje de Chloe no es más que un reflejo de sus fantasías ocultas, aquellas que les permiten soportar tanto artificio diario. Pero éstas pueden volverse en su contra…


La desigual propuesta de Egoyan no evita que disfrutemos de dos intérpretes magníficas, de generaciones distintas. Amanda Seyfried compone una mujer fatal que asemeja una Veronica Lake moderna. Alguien que asume su naturaleza de juguete perverso, para la clase adinerada, pero que no está dispuesta a aceptar la crueldad de su destino. Seyfried posee una de las miradas más perturbadoras del cine actual. Y qué decir de la exquisita Julianne Moore y de éste que podríamos llamar su “maravilloso año lésbico” -pues han coincidido en cartel, en muchos países, este título y la memorable The Kids are all right-: que sólo ella parece capaz de hacer creíble este complejo personaje. Su Catherine se enfrenta a la crisis de la edad, al difícil tránsito que supone aceptar que determinados momentos no volverán -ser madre y amante quedó atrás- y la aparición de Chloe revive muchos de sus afectos dormidos. En otras palabras, su sola presencia justifica el visionado de esta película.

Título original: Chloe. Dirección: Atom Egoyan. Guión: Erin Cressida Wilson basada en la película francesa Nathalie X (2004) de Anne Fontaine. Fotografía: Paul Sarossy. Año: 2009. Nacionalidad: Canadá-Francia-EEUU. Intérpretes: Julianne Moore, Liam Neeson, Amanda Seyfried, Max Thieriot y Nina Dobrev. Valoración: 6.5/10.
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La carretera

Luz en la oscuridad

En 2007, Cormac McCarthy, galardonado escritor de No es país para viejos, ganó con La carretera el “Premio Pulitzer” en la categoría de ficción, consiguiendo la novela además, en el año de su publicación, otros premios como el “James Tait Black Memorial” y la nominación a los “National Book Critics Circle Award”. Posteriormente, ese mismo año, se estrenaría la revisión cinematográfica de No es país para viejos de la mano de los afamados hermanos Cohen, por la que ambos recibieron nada menos que 4 Óscars, entre ellos los de “mejor película” y “mejor dirección”. Con tamaño precedente y con la confianza de contar como material de partida con un texto ganador de importantes premios, era tan sólo cuestión de tiempo que La Carretera fuese adaptada a la gran pantalla. Y así fue, ocurrió a finales de 2009, de la mano de un casi desconocido John Hillcoat y aunque no se estrenó en salas españolas hasta principios de este ya agonizante 2010, puede decirse sin titubeos que la espera mereció la pena.

El mundo en el que La Carretera nos sumerge se muere, las plantas se marchitan, los árboles caen y los animales fenecen. Nadie sabe muy bien cómo ni porqué, y en realidad poco importa ya. Sólo hay una prioridad. Sobrevivir. La búsqueda de comida y refugio se tornan capitales, así como rehuir de los innumerables peligros y hostilidades que surgen a cada paso. El miedo, la inseguridad y la desconfianza afloran frente a cualquier avistamiento de otro ser humano. Cazar o ser cazado, en La Carretera la muerte más dulce pasa por una bala abriéndote la sien. En este contexto se sitúan un padre y un hijo, eternos caminantes en constante pugna contra el destino. En esta tierra moribunda y desesperanzada, fugaz sombra de un mundo que no volverá jamás, cualquier recuerdo muda en fetiche, en mantra memorístico que nos sostiene frente a la adversidad. Los únicos motivos de alegría en este páramo tienen la forma de inesperados refrescos de cola o guaridas cuyas provisiones aún no han sido agotadas. Todo lo demás es caos y tragedia.

 

La Carretera es un film de corte post-apocalíptico (el más realista que yo haya visto), pero no os dejéis engañar por su épico y confuso tráiler, pues ésta ambientación sólo supone la excusa perfecta para desmenuzar la relación entre padre e hijo, verdadera columna vertebral del relato e hilo conductor del mismo. Así, la acción se mueve siguiendo el rastro de estos dos vagabundos, en su lucha diaria por resistir y conservar su humanidad. Y mientras que ésta surge de forma natural para el pequeño, el hombre, en su labor protectora, tiene visos de perderla para siempre. Por ello, unas veces será el padre el que enseñe al hijo y otras el pequeño el que aleccione a su progenitor, invirtiendo el papel que ambos desempeñan para con el otro. Su relación se siente auténtica y resulta sobrecogedor ver como participan de momentos tremendamente duros, de difíciles elecciones que debido a las circunstancias se tornan en la tónica habitual. El viaje que La Carretera propone no es sino el viaje hacia el alma misma del hombre, ilumina con su luz justo allí donde subyacen sus mejores sentimientos que intentan siempre no desdibujarse ni corromperse por el mundo que se desmorona a su alrededor.



John Hillcoat firma así un drama sencillo, pero profundamente sentimental y emotivo. Es también un relato que debe mucho a la apabullante fotografía del español Javier Aguirresarobe, que compone unos paisajes tan  turbios y desolados como artísticamente bellos y conmovedores. La creíble relación de padre e hijo que forjan el joven actor Kodi Smit-McPhee y el veterano intérprete Viggo Mortensen se encuentra más allá de todo elogio posible y resulta incomprensible que Mortensen no ganase el Óscar (ni tan siquiera fue nominado) por la que es no ya sólo uno de sus mejores trabajos sino muy posiblemente su mejor actuación hasta la fecha. Robert Duvall también hace su pequeña -pero importante- aportación y aunque no sería justo menospreciar el trabajo de Christoph Waltz en Malditos Bastardos, su interpretación bien habría valido una mención especial en la entrega de premios. La Carretera es uno de los films del año, su retrato desgarrador e intimista te golpea y te hace reflexionar, toca esa fibra sensible que todos poseemos y nos hace valorar a aquellos con los que podemos contar y amamos.



Lo mejor:

-La relación padre e hijo, profunda y emotiva
-Las interpretaciones de Mortensen, Duvall y Smit-McPhee
-La fotografía de Aguirresarobe
-La banda sonora de Nick Cave y Warren Ellis
-El final puede resultar muy desconcertante y terrorífico

Lo peor:

-El final puede resultar poco coherente con el resto del tono del film.


Título original: The Road. Dirección: John Hillcoat. Guión: Joe Penhall basado en la novela de Cormac McCarthy. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Nacionalidad: EEUU. Año: 2009. Estreno en España: 5 de febrero de 2010. Intérpretes: Viggo Mortensen, Kodi Smit-McPhee, Robert Duvall, Guy Pearce y Charlize Theron. Valoración: 9/10.

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